domingo, 24 de agosto de 2008

Historia del Barrio de Santa Lucía


El progresista gobernador y capitán general Don Benito Pérez Valdelomar, tiene la paternidad de la iniciativa –gloriosa iniciativa- de esta bella transformación.

El 6 de noviembre de 1804 promovió la siguiente instancia ante el Ayuntamiento de la ciudad:

Deseando hermosear cada día más esta capital, me he dedicado con empeño a convertir en una plaza vistosa y agradable el muladar fétido y asqueroso de Santa Lucía”.

Todo entusiasmo, él personalmente formó el plano primitivo de los portales y accesorias de los dos frentes de la plaza para que ésta quedara perfectamente cuadrada. Pérez Valdelomar tuvo otra preocupación: “ que no se gravara al público en la obra que iba a emprenderse, sino se costeara con el sobrante de la última corrida de toros”... “debiendo quedar a beneficio del público las cinco varas que habían de ocupar los portales”. Este sublime espacio sería tan libre como sigue siéndolo al presente, por eso se proyectó con arcos abiertos y sin rejas ni alambradas.
Don José Miguel Quijano quedó finalmente propietario del terreno destinado a las accesorias que aún se conservan en los portales, pagando, después del avalúo, la entonces muy apreciable cantidad de ¡cuarenta pesos!.

Con solemne sencillez descansa en columnas dóricas rústicas. Sus 24 arcos: 11 mirando al oriente y 11 al sur, más uno de acceso por calle, en la 55 y la 60, se antojan el vestíbulo de las diez viviendas o accesorias distribuidas cómodamente a lo largo de los portales: 5 que arrancando de la calle 55 encuentran en el fondo o ángulos de ellos, a la última de las otras 5 que empiezan a contar entrando por la calle 60. Ahora viviendas, recintos de buenas historia.Aquí tuvieron el privilegio de residir estimables familias y aún personas muy significadas de nuestra historia social. En la primera de las viviendas, llegando por la 60 y contigua a la Casa del Diezmo, a fines del siglo se meció en su hamaca, alisándose las barbas blancas y enfundado en largo batón de franela delgada, el general Felipe Navarrete Moreno, destacado militar vallisoletano en la Guerra Social o de Castas, que destroncó al gobierno constitucional de don Liborio Irigoyen, haciéndose cargo del poder ejecutivo en marzo de 1863.

En un tiempo, casas antes o después, dio el timbrazo de la nota elegante el solicitado salón de belleza y barbería de Carmito Romero. Otra de las del lado norte, la arrendó en el año de 1918 la recién fundada logia masónica “Renacimiento Uno”, para celebrar sus tenidas y talleres. En la que forman el ángulo de los portales, habitaron los hermanos Fausto y Luis Hijuelos Febles, hijos , por cierto, de doña Julio Domínguez Febles y Canton, poetisa muy festejada en los círculos literarios yucatecos en los primero lustros del siglo que corre.

En el antiguo edificio teresiano (calle 60 X 53) estuvo la Escuela Secundaria Federal para Hijos de Trabajadores, con internado, que abrió sus puertas al fines de abril de 1937 con un cuerpo docente de venerable importancia que podría envanecer a colegios y universidades con los mejores pergaminos: director, don Octavio Novaro, licenciado, poeta de imágenes felices, periodista aguerrido y buen diplomático; secretario, don Octavio Paz, cima y tormenta de la poesía mexicana de nuestro tiempo, quien al ausentarse para España al Congreso de Escritores de Valencia, fue sustituido por don Ricardo Cortés Tamayo, periodista ágil, ameno prosista y poeta de enjundia. En el profesorado encontramos nombres consagrados por su saber y fama: el combativo y gloriosos novelista “Pepe” José Revueltas; el de conferenciante, elegante poeta y escritor guanajuatense Don Efraín Huerta; el bibliófilo y bibliotecario don Pedro Castro Aguilar; el escultor don Manuel Cachón Ortegón, “diálogo eterno con el yeso y la arcilla”, y en dibujo modelado, nada menos que el maestro abuelo –estela de esculturas- don Enrique Gottdiener Soto.
Para bien de todos, en el atrio, en el parque, en los portales, en los alrededores, animada por aquel vecindario novelescamente delicioso, así transcurrió la vida de Santa Lucía en los años de gracia de hace medio siglo... Así fue, así era Santa Lucía.
Tomado del libro Mérida (1542-1992) Antología , editado por la Gran Comisión de la LII Legislatura del H. Congreso del Estado de Yucatán 1991-1993.

En nuestros días, así luce nuetra Iglesia que se encuentra en proceso de restauración.

3 comentarios:

  1. esta muy bonita la pagina ojala
    la visitaran mas seguido yo pasare mas por aqui estan muy bonitas las fotos.

    felicidades!!!

    a seguir promoviendo santa lucia

    niños asistan al catecismo les va a gustar mucho!!

    saludos a los catequistas

    atte: vero ortega pérez ^-^

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  2. esta hermosa la parroquia o iglesia aver cuando la voy avisitar me encanta

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  3. hola esta bien bonita la capilla me encanta este sabado tratare de ir avisitarla porque megusto buen blog y que padres fotos
    att. monserrat


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